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Evitando Alianzas

La flexibilidad, en todos los sentidos, es un factor crucial para el buen desarrollo de la salud en una familia y en todos sus miembros,

pero en lo que a este caso se refiere aludiré a la flexibilidad de las dinámicas o patrones relacionales que se dan dentro de un sistema familiar, es decir, a lo contrario de la rigidez de éstas.

Es saludable que no se creen alianzas mantenidas en el tiempo que involucren a generaciones distintas, y que "dividan" a la familia en "equipos diferentes", por ejemplo, la unión enquistada (recurrente en el tiempo) entre el padre y el hijo, y por otra parte, entre la madre y la hija; esto genera una desestructura en la familia y una separación disfuncional, desintegrando la importante unión entre los padres y entre los hijos.

Además, este tipo de dinámicas rígidas, desfavorece la importante nutrición o identificación (tanto emocional como cognitiva) que los hijos, cada uno de ellos por separado, tendrían que obtener de sus dos figuras parentales y no sólo de una de ellas, como ocurre muchas veces.

Por otra parte, si existe una alianza entre padre e hijo, esta relación podría convertirse en una unión "igualitaria" o amistosa y no en una relación "asimétrica" entre ambos, como sería lo esperable, en este tipo de relación, cuando los hijos son pequeños o son adolescentes (que todavía no se han convertido en adultos). En este caso, necesitan sentir autoridad por parte de sus dos padres, necesitan límites, y esto será más posible o se facilitará más si no hay tendencia a alianzas rígidas.

En muchas ocasiones, sucede que las alianzas entre padres e hijos, están sostenidas, en el fondo, por rencores entre los componentes de la pareja conyugal, por ejemplo, si la madre y el padre tienen conflictos entre ellos a nivel de pareja, una forma de no enfrentarlos sería mirando fijamente a sus hijos (creando alianzas con ellos), esto sirve para no mirar hacia su verdadero problema: su pareja.

Por tanto, la mirada que adopta un padre en estas circunstancias con respecto a un hijo, de forma a veces inconsciente, está fundamentada en la intención de búsqueda de apoyo o sostén o relleno del vacío que en el fondo sienten con respecto a su pareja, y que, equivocadamente, vuelcan en los hijos, quienes no deben ocupar este papel o rol.

Este tipo de proyecciones atrapará a estos vínculos entre padres e hijos en relaciones dependientes de cara al futuro, que por supuesto, perjudicarán el proceso de separación futuro de los hijos con respecto a la familia de origen, y además, favorecerán aprendizajes insanos que culminarán en la inculcación de miedos infundados en los hijos a la pérdida o al abandono, que afectará a su capacidad para crear nuevos vínculos significativos: "si aprendo que sólo me prestas atención cuando estoy a tu lado, cuando me alío contigo, cuando te defiendo solo a ti, aprenderé que te puedes marchar si no hago todo esto y viviré con miedo a perderte".

Por tanto, y para finalizar, cuanta más libertad para interaccionar se permita en un sistema, y más estructurados estén los límites, sin que se mezclen las dos generaciones en relaciones rígidas e igualitarias, más funcionalidad habrá en la familia y más visibles se harán los espacios separados entre los dos subsistemas, habrá más oportunidades para que las posibles diferencias o conflictos que puedan existir entre la pareja se aborden sin enquistarse y convertirse en alianzas dañinas para los hijos, y por supuesto, éstos podrán sentirse más libres, sin quedar atados a lealtades que no les corresponden.

María José Vives Gomis
Psicóloga. Terapeuta de Familia y de Pareja. Psicodramatista.
www.psicocreciendo.es
Tlf.: 645934149

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