Poesía para Malala
UN SECRETO
A Malala
El hambre a veces se instalaba en su boca
incapaz de clamar por diluvios
que lavaran la afrenta que su pequeño cuerpo
escondía con la serenidad de los ignorados.
Acudía cada mañana a la escuela porque la risa
la fue conociendo entre esas historias
que la maestra
hacía brotar de los escasos libros que tenían
y se maravillaba cuando combinaciones de letras
eran capaces de predecir
el escaso número de kilos de harina necesarios
para alimentar a sus compañeros
al año siguiente.
Todo un descubrimiento
el de las fórmulas capaces de fabricar
espejismos para sus ojos ávidos de luz.
Fue creciendo sin sobresaltos de carillón
porque el tiempo en su ciudad no existía,
todo era terquedad e intolerancia,
una insistencia en sostener la ignorancia
de la que ella escapaba cada mañana
entre risas infantiles
que le presagiaban algo de dignidad para su vida.
En ocasiones, cuando los avarientos despreciaban su sexo,
y el desánimo rodeaba su cuerpo,
llegaba a casa sin que la sonrisa abriera la puerta
para soñar en secreto que algún día sería maestra.
Pilar Rojas (Psicoanalista y colaboradora de "Alcalá y los Niños")