“Si tú llamas experiencias a tus dificultades y recuerdas que cada experiencia te ayuda a madurar, vas a crecer vigoroso y feliz, no importa cuán adversas parezcan las circunstancias”
Henry Miller

Los conflictos y su resolución suelen ser una parte fundamental en la convivencia porque son inherentes al ser humano, se suelen asociar a algo negativo, sin embargo, sin conflictos no podríamos avanzar ni mejorar en nuestra relación ni en nuestra vida. Los conflictos son obstáculos para ser resueltos, no para sentirnos víctimas ni para dramatizar, aún reconociendo que la vida ya tiene su parte dramática.
En mi práctica terapéutica he podido observar que existen algunos aspectos generadores de conflicto, que se pueden atribuir a las relaciones en pareja:

• Existe una falta de entendimiento o de no sentirse comprendido/a.
• Las relaciones sexuales son insatisfactorias o como poco le faltan algún ingrediente: pasión, ternura, caricias, preámbulos, creatividad etc.
• Pueden surgir algunos problemas con la familia de origen o política que salpican a la relación.
• La falta de acuerdos en la toma de decisiones importantes.
• Una disminución de los espacios dedicados exclusivamente a la relación de pareja.
• Una excesiva acomodación con respecto a la relación o una falta de enamoramiento.
• Problemas económicos que afectan a la relación.
• Algún episodio de infidelidad.
  El conflicto se sitúa entre las acciones que realizo y los acontecimientos-lo que ocurre al margen de mi capacidad individual para controlarlo-.Los conflictos están relacionados con este aspecto práctico de lo que hago y también, con un aspecto emocional de lo que siento.
  Cuando resolver un conflicto está de nuestra mano, podemos transformar cualquier contratiempo en una experiencia valiosa, porque las emociones que consideramos negativas y acompañan a los conflictos esconden también una utilidad: La tristeza nos permite desapegarnos de aquello que un día tuvimos o sentimos.La frustración bien canalizada puede llevarnos a realizar un cambio en nuestra relación que estábamos necesitando.La sensación de fracaso,nos ayuda a conocer nuestros puntos débiles y mejorarlos. El temor a la soledad, nos puede enseñar a cuidar de nosotros mismos/as.Desde este planteamiento,los conflictos son oportunidades para poner en acción nuestros recursos, adquirir otros nuevos y conocernos mejor.
  A la hora de abordar un conflicto, muchas veces, preferimos mirar para otro lado o cerrar los ojos en vez de intentar resolverlo. Puede existir algún tipo de conflicto de difícil solución o cronificado;en estos casos hay que aprender a vivir con ello, aceptarlo y compensar otras áreas de la relación, esto es ya una solución y nos hace más realistas.En cualquier caso, intentar resolver un conflicto pasa por dejar de encubrir, disfrazar, tapar o negar el resentimiento, el enfado la frustración o el vacio Es importante hablar de aquello que creemos que no puede ser nombrado, la honestidad es muy liberadora y puede ser el primer paso para salir de una situación no deseada y acercarse más a tener una relación más gratificante. Cuando mantenemos una actitud un tanto agresiva con uno mismo/a o con nuestra pareja, cuando la distancia entre los dos es cada vez mayor, o cuando afecta a nuestra autoestima, son algunas de las reacciones que debería encender la luz de alarma, porque nos indica que es el momento de sentarse a hablar y a escuchar, antes de que el conflicto se convierta en un verdadero problema.En ciertos periodos de la vida, las necesidades de las personas pueden estar en conflicto.El dilema fundamental, sin embargo, no es la presencia o ausencia de conflicto sino la elección de los medios para su solución.
  Francisca del Pino
  Socióloga .Especialista en Psicología Social
  Terapia y Mediación con Familia y Pareja
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