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La relación de pareja

Publicado en Relaciones

Según el Premio Nobel de Literatura, Luiggi Pirandello: “Cuando uno entra en una relación, nunca será uno mismo, con su propio mundo dentro de él, tal como lo ve y lo toca, sino otro, desconocido por uno mismo, tal y como lo ve y lo toca el otro, en su mundo impenetrable”.

Podemos definir las relaciones de pareja como una reformulación de a dos, donde se va construyendo la identidad personal. El referente de aprendizaje sobre la pareja está originado en contextos familiares y sociales, donde las concepciones sobre el amor se van filtrando e influyendo en la vivencia personal.

Cada persona va construyendo su visión sobre el amor, dependiendo también de una interpretación subjetiva, por lo tanto, cada sujeto está participando en la creación de un modelo de pareja. ¿Estaremos en el momento de aprender a reflexionar sobre el modo en que vivimos y nos relacionamos? En realidad se podría afirmar que eso lleva toda una vida, pero hablamos más de adquirir un propósito de intenciones.

Pareciera que las relaciones de pareja estuvieran viviendo cierta presión en estos tiempos de transición. Aunque no lo parezca, de hecho, son una de las áreas claves donde el cambio se ha sentido más intensamente, tal vez sea porque la necesidad de relacionarnos, de ser amados y aceptados, es una cosa muy humana. Al ser la pareja la forma más íntima de relacionarnos, se crean muchas expectativas sobre la satisfacción de esas necesidades.

En la inmensa mayoría de las parejas del S.XXI. La forma de relacionarse se basa en algunos supuestos, más o menos explícitos:

  • La confianza, definida como fidelidad y lealtad.
  • Cierta exclusividad que incluye el amor y la elección.
  • La ilusión de cierta permanencia en el tiempo.
  • El acercamiento físico y sexual.
  • La presunción de que el otro/a puede y debe aportar una cuota importante de felicidad a la vida compartida.
  • Algunas afinidades compartidas, que tiene que ver con modelos sociales de pareja.
  • Determinados hábitos y creencias, que funcionan como certezas, derivadas de las historias personales.

Se requiere una apertura de mente y amplitud de corazón tomar y aceptar de la pareja, no sólo lo que puede dar, sino también lo que no puede dar a la relación. Lo que si es posible es la intención de mejorar, porque la visión que tenemos sobre la pareja, es no solo la capacidad de construirla conjuntamente, sino que está en constante evolución.

No se trata de lograr grandes proezas, sino de empezar por una forma de comunicación que incluya los pensamientos y los sentimientos, es decir, la posibilidad que tenemos de participar conscientemente en la elaboración y en la expresión de los mismos: ¿Qué consecuencias tendría el uso de un repertorio lingüístico, cargado de agresividad, desprecio, violencia o maltrato, a otro basado en el respeto, la valoración, el reconocimiento y el afecto?

A medida que nos adentramos en esta reflexión, empezamos a entender tres cosas muy importantes:

  1. La primera es que, simbólicamente, hay un niño interior en nosotros, esto opera a niveles emocionales, por eso, en las relaciones de pareja, entra en juego no solo los niños que fuimos, sino los niños que aún somos. Entender esto, puede suponer una mayor comprensión de las necesidades reales, que a veces ocultamos, disfrazadas normalmente con la apariencia de quejas, desaprobación, celos, competitividad, insatisfacción o malestar.
  2. La segunda cosa que merece ser mencionada es la importancia de que estas relaciones son también vínculos profundos de experimentación del ser, y de co-creación, la posibilidad de crear conjuntamente alternativas, tal vez no imaginadas a las posibles situaciones en conflicto. Esto permite abrir nuevas vías de solución.
  3. El tercer aspecto a tener en cuenta es el sentido de la individualidad. En la dinámica de la relación entre la pareja, se dice que no son dos, sino tres, es decir, surge un tercer elemento que se crea con la aportación de sus integrantes, siendo única y diferente en cada pareja. También existen los límites de la individualidad, de lo contrario, se caería en una especie de simbiosis, que podría crear confusión.Es tan importante el respeto por la pareja como el respeto por la individualidad, que está relacionado no solo con tener en cuenta el crecimiento del otro, sino también con el cuidado de uno mismo. Para no entrar en conflicto con esta serie de cuestiones, es necesario el establecimiento de negociaciones y acuerdos, que serán diferentes según las necesidades y los criterios de cada pareja.

Si nos acostumbramos a asumir la capacidad que tenemos para construir una relación de pareja, desde: el cuidado, el respeto por la individualidad, el autoconocimiento y exploración en el otro, la expresión de las demandas y necesidades y el reconocimiento de las limitaciones en ese proceso, nos habituaremos más a esa forma de relaciones. En definitiva, al balance en el crecimiento del potencial de cada uno de los miembros de la pareja.

Finalmente, si acordamos que los elementos claves de la relación son la comunicación a nivel verbal y emocional, y la posibilidad de crearla permanentemente, cabe preguntarse por qué se rompen las relaciones. Podríamos afirmar que ello forma parte de la misma construcción de pareja; estamos en constante cambio, no siempre el amor puede ser para toda la vida.

Lo que si podría ser para toda la vida, es la capacidad de amar, de ser amado y de mejorar como personas- dejando, obviamente, la interpretación de esto a criterio de cada uno/a- Sin duda, la pareja es un gran espejo, donde poder mirar tanto las miserias como las bondades propias. El ser humano es un ser social, condenado o bendecido a convivir, y dentro de esa convivencia, vale la pena reflexionar sobre los diferentes aspectos de la rica complejidad en la relación de a dos.


Francisca del Pino.
Socióloga. Experta en Psicología Social
Terapeuta de Pareja y Familia
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Mov.676 05 02 52

 

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